Historia de La Casa de la Estación



La Casa Rural de la Estación de Mora de Rubielos se construye entre finales del XVIII y principios del siglo XIX. Constaba en sus orígenes, de vivienda, corrales, pajar, era, aljibe y una extensión de 18 hectáreas de terreno agrícola dedicado al cultivo de ceral en sus alrededores. Dos plantas la componen, con la baja para animales y la superior, bajo techo para las personas que se aprovechan del calor de las cuadras. No había concesión a las ornamentaciones, como exigía la dura vida en el campo, aunque se procuraba la mayor comodidad y funcionalidad posible.

Las condiciones climatológicas de Teruel invitan a pensar muy bien a la hora del aprovechamiento energético de cara a la construcción, de manera que se orienta longitudinalmente Norte-Sur para exponer al sol la mayor superficie y al Cierzo invernal, la menor. Con ventanas embutidas que dan luz y calor con el sol inclinado del invierno e impiden que en verano entre el sol hasta el interior regulando así la temperatura naturalmente.

Los muros originales son de piedra de generoso grosor, pero tan solo en las ventanas y puertas se pueden observar sillares toscamente labrados. Suponemos que la sacaron de la cantera situada a los mismos pies de la casa por las huellas de barrenos y barrenos que aún se ven en ella. Posteriormente se añadieron materiales contructivos de mayor eficiencia energética sumados a los primitivos.


Con anterioridad, dispuso de tres chimeneas, horno y el aljibe mencionado con capacidad suficiente para resistir los veranos más secos, propios de la zona, tanto para los habitantes como para los animales, hasta que en el año 1965 el ayuntamiento de Albentosa instaló la red de abastecimiento con agua del espléndido y cercano manantial de la Escaleruela.


La confección de los tejados, a la vez que curiosa, es extremadamente práctica. Con cubierta de la típica teja árabe de barro cocido y realizada a mano, poseía bajo ésta, una estructura de vigas de madera de la zona, bien sean chopos, pinos o en algunas zonas las codiciadas y escasas sabinas. Esta se cubre con un enrejado de cañas que cosidas entre sí con cuerda de cáñamo, soportan una capa impermeable de arcilla y una capa de la carbonilla que desechaban los trenes de vapor, material que a la vez que es un aislante térmico y acústico excelente, es de una gran ligereza, igualando a materiales mucho más técnicos de la actualidad. La escalera, de suelo de granito, daba acceso a una primera planta con dos ventanas o balconcillos, donde se ubicaban las habitaciones.


Los exteriores de la casa también están marcados por la naturaleza de la misma. Allí podemos ver los que antes eran los corrales para el resto del ganado. También la era y el pajar en la zona baja para facilitar el almacenado de la paja desde la zona de trilla y su posterior utilización como si fuera una tolva. En los años de la Guerra Civil Española, el frente estuvo rondando en varias ocasiones lo que ahora es La Casa Rural. De hecho sufrió serios desperfectos que la llevaron a su restauración casi completa.



Hemos recuperado gracias a nuestros amigos Carlos Mallench y Blas Vicente este espectacular documento de la época donde se puede apreciar el bombardeo de La Estación de Mora justo desde el avión que lo realiza. Los detalles son impresionantes, puesto que se pueden apreciar al lado izquierdo de la casa, las sombras de lo que pensamos que eran los pobladores de la misma.


Bombardeo sobre la casa de la estación: la nube de polvo nos impide ver con exactitud si la bomba cayó en la casa. Aunque pensamos que nó fué así y huellas en el exterior parecían confirmarlo, pero si sufríó grandes desperfectos. La reforma se realiza en 1949, pues así nos lo indicaba la fecha de uno de los pilares. Aún después fue cuartel, que vigilaba la vía férrea de los ataques de los “Maquis”.

De esta época tan turbulenta nos quedan innumerables restos que han aparecido al realizar la última restauración, como casquillos e incluso balas enteras, cubiertos de campaña, restos de un obús y la espoleta de otro ya explotados, utensilios de uso cotidiano, una caja de bombas de artillería vacía en perfecto estado, etc. La Casa cambió de propietarios después del conflicto y, a la vez que renovaban y reparaban, le realizaron importantes reformas. La más destacada es la incorporación de una nueva planta sobre la base primitiva.

Se suben los laterales de la casa y se incrementa un piso más, se sacan los animales a los corrales exteriores y se crea una buhardilla en la parte superior. Se convierte entonces en una carnicería y un secadero de embutidos y jamones, con una sala especial para el preparado de los mismos, con prensa, saladero y secadero, a la vez que uno de las estancias con chimenea hace de lugar para ahumar los embutidos y las salazones.



En los años 60 vino la despoblación y la migración del campo a la ciudad, y después de varios años prácticamente sin habitar, tomamos el relevo nosotros. Acondicionándola para la realización de turismo rural, pero intentando mantener los antiguos materiales y rasgos de la casa, y su personalidad agrícola de antaño, aunque con las comodidades actuales. A la vez procuramos realizar las reformas con todo el respeto al medio, utilizando materiales lo más naturales y sanos posibles e intentando restaurar y reciclar al máximo.

Comienzan las obras rompiendo cosas…Esta reforma nos lleva dos años largos de obras, y en ella hemos sido toda la clase de oficios: albañiles, yesaires, electricistas, fontaneros, carpinteros, gestores… prácticamente de todo, y además AUTODIDACTAS. Y gracias a la ayuda de diversos amigos que nos han iniciado en los distintos oficios, hemos llevado a buen fin este proyecto. Después de la demolición y realización de los distintos servicios, se volvió a redistribuir ambas plantas para su nuevo cometido. Ahora se dispone de seis habitaciones muy amplias, exteriores y muy bien iluminadas, todas ellas con cuartos de baño más que generosos en su interior.
Equipamiento como calefacción ecológica con placas solares, suelo de madera de pino, armarios empotrados y forrados con madera de roble, vigas de madera, conexión a internet mediante Wifi, complementan ese lujo que es el espacio. En el exterior hemos recuperado antiguos ribazos hundidos, creciendo la explanada de la casa, y a la vez se comienzan los trabajos de jardinería.

Volver - Julio 2004. Ya va tomando forma… Los antiguos corrales, aún mantienen su aspecto original de construcción de madera y piedra pero ahora son un enorme salón, El Refugio. Allí se puede ver la boca del aljibe, que una vez limpio y restaurado nos permite recuperar el agua de lluvia y asegurar el riego de la zona ajardinada prácticamente toda la época estival. En los campos de cultivo aledaños, se empiezan a ver los retoños de las pequeñas encinas. Hemos optado por los cultivos más apropiados para la zona como son las carrascas truferas. Ahora, pequeños arbustos que en un futuro nos darán un paisaje arbolado y los cotizados hongos llamados trufas, excelente condimento para innumerables platos, producto autóctono desde hace muchísimo tiempo y que podrás degustar en nuestro restaurante.

Aún quedan muchos más secretos en la casa, como zonas ideales para la práctica de distintos deportes de aire libre, como la Vía Verde de Ojos Negros que no es sino un extenso recorrido de casi 200 km de longitud acondicionado para la práctica de la bicicleta de montaña, senderismo y la equitación. Rutas de grandes y pequeños recorridos (GR y PR), escalada, puenting, rappel, esquí puesto que estamos entre las dos estaciones turolenses y a no más de 45 minutos en coche de la más lejana. Y nuestro favorito, el parapente, pudiéndolo practicar dentro de la misma finca en dos pequeñas laderas o a no más de 10 minutos a pie desde la casa.

Y no descubrimos más… pero queda, y tendrás que venir para conocerlo por ti mism@ - Te esperamos.